Él
L. Buñuel
España, 1951
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Buñuel ha dicho del cine: "... es un arma magnÃfica y peligrosa si la maneja un espÃritu libre. Es el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones, del instinto. Parece haber sido inventado para expresar la vida del subconciente cuyas raÃces penetran tan hondamente en la poesÃa." (1)
Buñuel, quien tal vez desconocÃa la diferencia entre instinto y pulsión o entre subconciente e inconciente, nunca desconoció el alma humana. Como Ingmar Bergman, como Eric Rohmer, como el alemán Fassbinder (por nombrar sólo tres) Buñuel ha sabido participar a su público de las soledades de sus personajes, de sus miserias y de las angustias y viscisitudes humanas.
"Él" corresponde al perÃodo Mexicano, asà como lo son "Los Olvidados" (1950), "Escalera al Cielo" (1951) o "Simón del desierto" (1965). Después vendrán: "Belle de Jour" (1966), "El discreto encanto de la burgüesÃa" (1972) y "Ese oscuro objeto del deseo" (1977).
Ya desde la secuencia inicial nos muestra "religiosamente" al deseo humano metonimizado en la mirada de los protagonistas: Lacan hablará de "pulsión escópica". Parafraseando al director, este "oscuro objeto del deseo" juega secuencialmente con el candor fetichista de lo "institucionalizado"; luego, ese fetiche (los pies), se articulará en la atracción del pesonaje central. Aquà podemos asociarlo al preámbulo de la posterior patologÃa recordando a Freud en su trabajo sobre el Fetichismo (1927) cuando nos dice que tanto la negación como la afirmación de la Castración intervienen en la construcción del fetiche mismo; y aún la relación de dicho fetiche con la homosexualidad que no viene mal tener en cuenta en nexo con el posterior delirio celotÃpico que marca un antes y un después en la historia del sujeto.
La "tortura conyugal" a la que se-somete (a) su mujer y el mismo rol angustiante y dependiente que ella ejerce en una suerte de potencial masoquismo (uno podrÃa preguntarse si su amor puede ser tan ciego -Lacan dirá que el amor abre bien los ojos-) se conjuga con intentos de arrepentimientos y piedad convocan te desde la ambivalencia afectiva propia de la patologÃa hasta llegar a un intento frustrado de estrangulamiento.
La idea básica del delirio permanece irreductible tal como bien corresponde a este cuadro. El delirio se perfila con toda maestrÃa desde las primeras escenas: primero, persecuciones, seducción; después mecanismos obsesivos-compulsivos que ya Freud anticipara como preludio de la paranoia. Lo celotipÃco llega hasta consecuencias patéticas, al punto tal de excluir a su esposa de la relación con la madre y con todo vÃnculo externo.
Ningún detalle de la obra está librado al azar. Todo se conjuga y se vuelve excluyente. Los miedos, las frustraciones; en fin, las imposibilidades humanas, todo se proyecta inevitablemente hacia el espectador y uno advierte paso a paso como la salud mental compromete tanto al enfermo (después de todo -para hablar con Pichón- un mero emergente y depositario) como a sus vÃnculos; relaciones que aquà apareen marcadas hasta en los diálogos más sutiles.
"Él" fue proyectada por Jacques Lacan en el hospital Sainte Anne. De "Él" dijo Buñuel: " Es una de mis preferidas " (2) Ojalá podamos apreciar la obra más allá de lo patológico y más acá de lo artÃstico: creo que vale la pena.
(1) SADOUL Georges; Diccionario del Cine; cineastas; Itsmo, Madrid, 1977, página 64.
(2) ARANDA Francisco; L.Buñuel:; biografÃa crÃtica; Lumen, Barcelona, 1969, página 215.