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Capote

Bennett Miller , EE.UU. / Canada , 2005


Parece ser un axioma de la industria cinematográfica: una vez más comprobamos que los finales son los que terminan por definir el concepto del film y hasta el pensamiento de su creador. Al igual que una sesión de psicoanálisis; en cada comienzo hay un final.

El final de esta ópera prima de Bennett Miller se centraliza en los últimos dos minutos de celuloide. Definen, no sólo la crítica que su director le hace a este personaje-real de la literatura americana, sino que –ante todo- el rasgo de carácter y quizás hasta la estructura de dicho personaje.

La voz en off de su amiga, vía telefónica, lo dice todo: “ sí, quizás estés mal: pero así lo querías .”- Esto es: “ sí, pero aún así… mi madre lo tiene .” –el falo, lógicamente. Y estamos aquí ante el concepto nuclear de la renegación. Y, junto a éste, de la condición fetichista y de su correlato en la perversión .

Pero hay algo más: el director se encarga de hacer un asterisco al pie: en dicha aclaración nos recuerda que Truman Capote –después de escribir esta obra- jamás pudo terminar ninguna otra. ¿Connotará esta advertencia al plano de lo inconsciente o quizás a que también hay cierta mediocridad para la literatura? Gustos son gusto: es claro. Y no tiene mucho sentido decir aquí que, particularmente, “A sangre fría” me ha parecido aburrida y carente de poesía. Quizás porque lo he leído a los veinte años. Hoy, seguramente, me hubiese parecido simplemente detestable. Pero gustos son gustos, claro. Y no vamos a pretender que lleguen Shakespeare o Saramago para suplir esta carencia: eso sería una falta de respeto para con los verdaderos poetas. (Hay modos de escribir, claro; pero en literatura –como en todo arte- hay ciertas pautas y salpicones de estilo que uno suele medir. Un escritor –pongamos por caso un Olivero Girondo- puede prescindir de la sintaxis a cuenta de que su poesía la trascienda. Pero Capote en su obra no tiene derecho a aburrirnos: un policial de Agatha Cristie o de Elly Queen es más apasionante; y ni que hablar de los párrafos que Borges escribiese con Bioy Casares. Obviamente estamos ante un fenómeno sociológico; al igual que sucede con el actualmente tan best seller de Dan Brown sobre el Priorato de Sión; obra que, por otro lado, tiene algo que la de Capote carece: móvil para llegar al final.) Pero dejemos este alegato.

A mi entender, también nuestro director nos habla de épocas, de best seller y hasta de movidas culturales. Por algo también su película no termina sin aclaranos que ese fue el libro más vendido de EE.UU. en aquellos tiempos. Hace días leí una entrevista a nuestro Subiela, a mi juicio un poeta del celuloide, que decía que en esta época su “… lado oscuro del corazón ” no tendría el mismo efecto que cuando se estrenó, en donde la gente –y sobre todo jóvenes- iban a la compra de libros de Neruda y de Benedetti. En la película de Bennett Miller hay una escena en dónde se observa –movida mediática editorialista mediante- como Capote lee unos párrafos de su libro aún no editado. Primero pensé que los párrafos elegidos por el director eran un error de lectura (ya que son sencillamente horribles) hasta que después advertí ver en ellos otro mensaje del film: “Aquí está su literatura. Esto es lo que el pueblo americano aplaude de pie.” De pie y en un teatro colmado.

¿Qué decir de todo eso? Me parece que el “ Capote” muestra la mediocridad general de un pueblo ante la banalidad de su showbussiness y ante una ceguera sistemática: realidad que ha utilizado este escritor para llegar a su fin sin importar medio alguno. Un hombre empecinado en buscar el final de su obra negando y renegando; e ignorando el planteo ético que todo artista debería hacerse. Estamos ante un sujeto que puede sublimar su falta –creando “obra”- renegación mediante. A todo este cuadro cuasi perverso ; la sociedad americana lo ha bautizado como el “creador del género non-fiction .” Ah bue! Sí, esto puede ser cierto –siempre se buscan marcas de todo tipo-; pero no tiene nada que ver con la poesía. Creo que si el arte pierde esta base estructural se convierte en un mero artificio culturoso; un mero mecanismo industrial que no sólo raya con la frialdad sino que, lamentablemente, termina aburriendo. No parece paradójico que tanto el libro que Capote ensayó, como el mensaje principal de este film puedan resumirse con el mismo encabezado: “ a sangre fría ”.

La película no profundiza la personalidad de Truman y se queda en perfilar apenas el hecho del asesinato de Kansas; incluso puede llegar a ser tediosa, excepto que uno espere un “ final diferente ” como aquí quedó planteado; y esto, de todos modos, no es un gran mérito. Pero es como su director quiso exponerla: al menos está jugada una cierta lectura ética de un personaje por demás glamoroso , vanidoso y llorón; aunque –como sabemos- llorar, lo que se dice llorar, es otra cosa.

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