Teatro y Psicoanálisis
El arte es la prueba de que la vida no nos alcanza. Fernando Pessoa.
Teatro y psicoanálisis
por Marcelo Augusto Pérez
El arte es la prueba de que la vida no nos alcanza. Fernando Pessoa.
El psicoanálisis está ligado a la obra creativa desde el momento mismo de ser un constructo vinculado a lo poiético humano: el ser-hablante, dentro del marco de la clÃnica de la palabra y organizado por su discurso (el lenguaje es la estructura previa al sujeto), crea y re-crea, sesión tras sesión, su Mito, su Novela Familiar, su FantasÃa. Y, para decirlo sin censura, en este blablabla aparecerá su manera de experimentar lo Inconsciente. Homologando quizás al elemento fantasmático del sujeto el recurso lúdico especial de sus vivencias infantiles y, más acá, toda la creación artÃstica; podrÃamos concluir con Freud(1) que el sujeto creativo (escritor para el caso que él analiza; pero -por extensión- digamos que cualquier humano frente a la obra artÃstica) se conduce de manera similar que el niño en sus juegos: crea un mundo de fantasÃa.
Sabemos que a medida que crecemos este mundo nos es cada vez más remoto pero, y por suerte, su renunciamiento nos resulta imposible y lo plasmamos en la Obra. AsÃ, lo lúdico ( opuesto a lo real pero no a lo serio ) se observará en las fantasÃas, esto es: en el DESEO mismo que motorizará el accionar de cada hablante. En el mismo fantasma estará alojado ya ese deseo; y por tanto, esa creación.
Pero, asà como para hacer un psicoanálisis se requiere al menos la presencia de dos cuerpos ( la técnica vÃa el teléfono es una mera circunstancia off análisis muchas veces utilizada por snobistas de las alienaciones del Nombre Propio ) también el humano busca, a través del Arte, una escena concreta: con cuerpos que representen esa ficción; que reflejen las vicisitudes y contradicciones humanas. Y que, no en última instancia, permitan al público reconocer-se en esa ficción que es, sin más, la verdad más patente*.
Al igual que en el dispositivo analÃtico ( donde el analizante re-crea su mundo ficcional aún en la propia mentira ) sobre Tablas; y a través de la palabra ( del mito ) de un autor/lúdico; los actores/lúdicos conforman ( junto a todo el staff lúdico reunido para una misma Mentira ) una Representación que invita al espectador a internarse en el mundo de la FantasÃa, a entregarse a la Obra a través de un Mito, y -luego de unos cuantos tempos- a reaccionar y a volver a una realidad donde ya no está permitido la Ley del Juego.
Siguiendo esta homologación podrÃamos recordar que la técnica analÃtica tiene como eje un Mito Dramático tomado por Freud de la obra de Sófocles. Esto quiere decir que el Teatro, a través de los Cuerpos presentes, y siendo - oh casualidad - una de las manifestaciones artÃsticas más primitivas, también permite pensar una escena inconsciente. Quiero decir: por detrás o por delante de cada espectador se está organizando Otra escena en paralelo a la que se está presenciando: en cada una de las butacas habita un mundo histórico proyectado a Escena. PodrÃamos citar al Maestro: "Ser participante del juego dramático significa para el adulto lo que el juego para el niño, quien satisface de ese modo la expectativa, que preside sus tanteos, de igualarse al adulto." (2)
Como toda obra mito-poyética; la obra Teatral atestigua - vÃa tragedia, vÃa comedia- la serie infinita de posibilidades creativas que el homo ludens aproxima mortificado en y por su Cultura, sin escapatoria; como un intento más de alcanzar una libertad siempre en promesa. Parafraseando al poeta; en el Teatro está la prueba de que no nos alcanza con la letra escrita; con la imagen en movimiento, con el lienzo colgado: necesitamos de Cuerpos que padezcan in-situ; que movilicen el nuestro propio en un diálogo (¿inconsciente? ) que nos recuerden en cada escena, pero no mucho, que somos fatalmente inmortales.
Una vez más el Teatro es escenario en su doble vertiente: metáfora de un Espacio de Juego y sÃmbolo de una Tribuna Social donde el pueblo pueda expresar sus imposibilidades y la afixiante injusticia cotidiana. El agente representante de quienes padecemos estas vicisitudes tiene el noble oficio de Actuarlo; de regalarnos por un par de horas esa fracción de ilusión que moviliza nuestro deseo de seguir creyendo en ellos (ilustres y autorizados mentirosos), en la Obra toda y en el re-encuentro con aquel juego perdido, pero no tanto.
(1) Freud S.; La creación poética y la fantasÃa; 1908.-
* Recordemos a J.Lacan: la verdad tiene estructura de ficción.-
(2) Freud S.; Personajes psicopáticos en el escenario (1905/pub 1942) en Obras Completas; T.VII; Amorrortu, Buenos Aires; 1976; p.277.-